"Cada viaje es un sueño que guardo en el baúl, para no olvidarlo y para encontralo siempre."

13 de septiembre de 2011

Km 3: Alpes. Agosto. Séez-Interlaken: 352km




El día amanece entre pinto y valdemoro, vamos con nubes en las cimas pero por ahora nada preocupante.

Ni desayunamos, directamente nos vestimos de romanos, rehacemos los equipajes, preparamos las motos y salimos. El primer puerto del día comienza nada más salir del hotel, el Col du Petit San-Bernard son llevará a Italia, es una subida bonita, sin tráfico dada la hora de la mañana, mezclando paellas y curvas más rápidas, la carretera esta mojada pero nada que nos preocupe, así que poco a poco vamos ascendiendo.

La niebla y un antiguo "hospice" con aspecto tétrico nos saludan en la cima, yo comente que estos franceses eran unos desgraciados por llevar a los niños huérfanos a vivir a un sitio tan inhóspito, pero después he pensado que "hospice" debe significar algo más tipo hospital o refugio de caridad, y me han vuelto a caer bien los franceses.

Lo cierto es que sacamos dos fotos entre la niebla y entramos en Italia, el puerto baja con una sucesión de tornantes (que aquí están anunciadas como tal). Yo tenia la ilusión de que pudiésemos ver la cara italiana de Mon-Blanc que es realmente espectacular, y si eso arrimarnos hasta Cormayeur para disfrutar de las vistas, pero según bajaba me iba haciendo a la idea que de Mont-Blanc más bien poco, así que pasamos por el cruce hacia Courmayeur y lo dejamos atrás en dirección a Aosta.

En Aosta el tiempo mejoró, teníamos sol y no había nubles en el horizonte, la subida hacia el Col du Grand San-Bernard en su inicio es rápida y con bastante tráfico pesado, que se desvía por un túnel y nos deja disfrutar de los últimos km de subida. En la cima esta la frontera con Suiza y la niebla ... mal augurio, es una niebla meona que no presagia nada bueno, pero como no queda otra nos tiramos para abajo disfruntado de una preciosa bajada que no llegamos a finalizar del tirón, tenemos que parar en una gasolinera cubierta para ponernos los trajes de agua: Esta empezando a llover!!!! por ahora poco, pero delante de nosotros solo se ven nubes y más nubes.

Llegamos a Martingy y paramos a comprar la vignette (unos 40€ que nos servirán para ir legales por las autopistas Suizas), aquí la lluvia es más intensa, desestimamos la idea original de subir la Forclaz para entrar en Chamonix y así dar "la vuelta al Mont-Blanc", no vamos a ver nada de nada y hacer la Forclaz dos veces (la idea era ir y volver) con este agua no nos acaba de apetecer a ninguno; pero no desesperamos, aún relativamente secos salimos dirección a Oberwald y al que sera nuestro primer puerto enteramente suizo el Grimselpass.

Yo, como buen amante de la montaña, tenia la ilusión de ver el Cervino en vivo y en directo, hace 15 años tenia el plan de subirlo y la lluvia no me dejo, hoy tampoco me va a dejar verlo. Veo el cruce hacia Zermat, una parte de mi me dice que de el intermitente y lo coja, no veré nada pero lo habré intentado; la otra, la lógica, me dice que es una bobada, estamos empapados, llevamos muchos km bajo una intensa lluvia y los últimos en un continuo atasco lo que ha hecho que estemos calados, cansados y helados; la parte lógica se impone y con gran dolor dejo atrás ese cruce para dirigirme hacia el Grimselpass.

Cervino

La lluvia cesa un rato para volver a empezar al siguiente, la subida la hacemos con mucho respeto, la carretera esta mojada, el asfalto es perfecto pero brilla como un espejo, suben y bajan muchos coches y camiones, así que con mil ojos, arriba hay reflejos blancos, como de pintura vieja ...¡¡¡es nieve!!! (o granizo), lo descubro cuando la rueda trasera de mi moto empieza a ir a su bola, la bajada la hacemos con mucho cuidado, se ven restos de nieve en las cunetas y nos nos fiamos nada de nada.

Una vez terminado el descenso ya no llueve, y en la lejanía se ven menos nubes, Koldo me adelanta en un pueblo ¿que querrá este ahora?, pues parar, descansar, secarse un rato y entrar en calor. Yo, animal de bellota, tenía en mente seguir, rezar por encontrar sol y buen tiempo que nos secase, o al menos llegar a destino cuanto antes, pero él tiene razón un descanso nos vendra bien y comer algo también; así que paramos en Innertkirchen y pedimos unos spaghettis para comer, son casi las cuatro de la tarde, no hemos desayunado y solo tenemos en el cuerpo unas uvas pasas que hemos comido al ponernos los trajes de agua, estamos hambrientos y la pasta nos sabe deliciosa, ya lo decía mi abuela: no hay mejor cocinero que el hambre.

Después de un bien merecido descanso, nos volvemos a poner los guantes mojados ... odio ponerme los guantes fríos y empapados, pero es lo que hay, no quiero arriesgar a mojar el otro par que es el que uso de forma habitual.

Ya vestidos salimos en dirección a Interlaken, el tiempo va mejorando, la carretera en principio divertida se convierte en autopista y secos llegamos a centro de Interlaken y buscamos a Sybille, la parapentista que nos dará cobijo esa noche, nos dicen que esta volando, así que la esperamos en el lugar de aterrizaje mientras las nubes juegan con la Jungfrau (hermosa montaña que se ve desde Intrelaken), cuando aterriza, o suponemos que es ella, nos presentamos y nos da las llaves de casa y un plano para encontrarla ...

Jungfrau

En un rato, media hora dando vueltas alrededor de la casa sin verla, la encontramos, ahora solo queda aparcar bien las motos ... joder que complicado es aparcar dos motos en Interlaken, todos los sitios son para los residentes (suelen tener las matriculas de los coches que aparcan en ellas), y no hay más ... bueno uno si, junto a unos contenedores donde no cabe un coche entran dos motos ... una señora nos dice que es para la gente que vive en esa urbanización, pero coñe que esta prohibido aparcar allí, si metes un coche no entra el camión de la basura para vaciar el contenedor, si metes dos motos: si. Así que allí se quedan.

Después de una ducha llega Sybille un rato de charla y llegan unos amigos, deciden que la cena serán unas pizzas: ¡bien! y ellos han traído la cerveza local: ¡¡¡Guayy!!!

Cerveza local. Preciosa lata decorada con las montañas de la zona

La cena discurre entre alguna risa y mucho alemán que no entendemos, pero lo pasamos bien, vemos las previsiones meteorológicas para el día siguiente, que no son ni malas ni buenas. Ellos deciden que salen a tomar algo, nosotros estamos destrozados y preferimos tirarnos a dormir, lo entienden y se van.

Al poco nos metemos en la cama, bueno yo en el saco. Tenemos la esperanza de que mañana no llueva, los más famosos puertos de Suiza están a tiro de piedra, la famosa prueba del 9 nos espera y hemos incluso decidido como la vamos a hacer. Somos dos colegas en una preciosa casa de madera Suiza, con los Alpes a nuestro alrededor y las motos aparcadas a 100 metros dispuestas a llevarnos al fin del mundo..

Nuestra casa en Interlaken


¿Se puede pedir algo más?

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