"Cada viaje es un sueño que guardo en el baúl, para no olvidarlo y para encontralo siempre."

11 de septiembre de 2013

Solo son cifras

Esta mañana mientras me ponía el casco y me abrochaba la cazadora he visto esto:


Y si, solo son cifras, pero detrás hay muchas historias, aún recuerdo el día de estreno una tarde de finales de octubre, la charla de vendedor mientras yo la miraba embobado y lo primero que hice justo frente al concesionario:


Los primeros kilómetros, puedo repetir aquella ruta con los ojos cerrados, el como jugaba con los botoncitos, como asimilaba en mi mente cada reacción de la moto, sintiendo el tacto del cambio, de los frenos, la respuesta de acelerador, el ronroneo del motor.

Recuerdo cuando a los cuatro días la lleve a hacer la revisión de los mil, ya un poco pasados, la ilusión de poder poco a poco subirla de vueltas, aunque mimándola ir viendo lo que podía hacer.

Después llegaron muchas más rutas y muchos más kilómetros, los paisajes se iban acumulando en mi cerebro al suave ritmo de su motor boxer, recuerdo Cuenca, la primera gran ruta con mi moza.



Y alli tuve la primera caída tonta, fue la primera vez que me toco rellenar el aceite, también se me olvido quitar el antirrobo y jodi el guardabarros y todo en el mismo viaje. Un triunfo vamos

Y recuerdo sus primeros pirineos, con amigos como debe de ser, con muchas risas y más cervezas, después de muchas curvas y muchas vistas.



Y su primer verano por tierras asturianas, gallegas, portuguesas, extremeñas y andaluzas, con subidas y bajadas, con calor, fue el principio del fin de sus primeras ruedas, que se acabaron en Madrid unos meses y muy poco kilómetros después.



Y volvió el invierno y viajo más, se llego a ver a los pingüinos y no le gustáron, conoció la nieve y tampoco, y tanto viajo que a llegar el verano tuvo que cambiar otra vez de ruedas para irse a los Alpes y estos si que le gustaron se lleno los cilindros de su aire puro, y a mi me dejo llenarme los ojos de curvas y de glaciares, de prados y de montañas.



Pero ella nunca se cansa y por eso siguió viajando y me llevo por Asturias como tantas otras veces, y por el país Vasco y por los Picos de Europa, y a Toledo, a veces solo y a veces bien acompañado, y viajo a Salamanca y la Sierra de Gata



Y volvió a los Pirineos, y conoció Portugal, y Zamora, y ... ella sigue sin cansarse, ya que es solo una cifra, pero esta mañana cuando me preparaba para subirme en ella y venir al trabajo he visto esa cifra y se me ha dibujado una sonrisa dentro del casco, porque si, es solo una cifra, pero son 40.000km de viajes, de risas, de curvas y de cervezas, de amigos y de pareja, de semáforos y atascos, de momentos increíbles, irrepetibles mágicos como aquella vez entre el Soulor y el Oubisque que yo perseguía el sol y él me gano la carrera, regalandome un atardecer entre las nubes y pare a hacer una foto que intentaba transmitir lo que sentía y la luz de tus faros iluminando el guardarrail me dio la seguridad de que con sol o sin él, con niebla o sin ella, tu ibas a estar allí iluminando la carretera, sin cansarte con el suave ronroneo de tu motor boxer, acompañando mis sueños.



Mano